Este nuevo libro, “La vida es el camino”, es un capítulo más de ese transitar por los años que le llenan a uno de experiencias que ayudan a encontrar, como le sucedió al “Principito”, el camino por el que caminar y a poner en la mochila aquellos valores humanos que conviene preservar. Me refiero al amor, la amistad, la tolerancia, la compasión, el respeto…, fáciles de aprender si somos capaces de ponernos en la piel de los demás.

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Leer y viajar nos ayudan a ponernos en esa “piel de los demás” y cuando estamos abrigados por ella, desaparece la soberbia, la intolerancia, el despotismo, la arrogancia, la envidia… valores negativos causantes de todos los males de este mundo. Me entristece ver estas actitudes tanto en entornos próximos como lejanos y que el instinto de destrucción y de muerte estén presentes en tantos seres humanos. Se empieza negando el saludo y se acaba aniquilando, verbal o físicamente, al que se cruza en el camino.