Nada ni nadie nos mantiene permanentemente erguidos con el ánimo deseado, o inmutablemente sumergidos en el abatimiento más profundo. El zorzal, cuando se viste de malvarrosa el alba, será el primero en cantar con cuál de las caras de nuestro corazón poliédrico nos levantaremos, cuáles serán las que mostraremos a lo largo del día y con cuál viajaremos hacia el reino de los sueños.         

En el transcurso de esta novela de ficción histórica, algunas almas se cruzan en los caminos de la incertidumbre sin que, ninguna por separado y todas en su conjunto, puedan determinar lo que sucederá en las horas inmediatas. Anna, Leo, Hans, Queta, Axel, Daniel, Rut, Anke …, nos muestran, tatuadas en las caras de sus corazones poliédricos, las dichas y desdichas que el zorzal cantaba al alba.